Jaime Nava de Olano: «Vamos a seguir ‘rugborizando’ España»

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El haber capitaneado durante años a los Leones ha marcado sin duda impronta en la figura de Jaime Nava de Olano (Madrid, 1983), un tipo siempre dispuesto a dejarse la piel (y, literalmente, los huesos) en la defensa del rugby. De la mano del oval, que tantas alegrías le ha dado en la vida, vino también quizá su experiencia más amarga: verse despojado del sueño de coronar con un mundial toda su carrera. Pero el anticonformismo, que Nava trae de serie, le ha llevado a practicar la reinvención, tanto colectiva como individual, casi como religión. Por eso Jaime acompaña el buen momento de la selección nacional que sigue venciendo a los más grandescon éxitos de cosecha propia, sorprendiendo al público mientras cocina unas alcachofas tras la pequeña pantalla o recorriendo el país para sembrar por cada rincón unos valores que él considera hoy más necesarios que nunca en nuestra sociedad.

Fotografía: Juan F. López


Se te ve bien, pero no sé si vienes entero o hay que dar cuenta de algún parte de lesiones.

Vengo con una fractura de la décima costilla en el costado izquierdo. Nada, una pequeña lesión. Después de todas por las que he pasado esta tampoco es que sea muy limitante. Es un poquito molesta pero las lesiones de este tipo suelen recuperarse sin mayores complicaciones, sueldan bastante bien por lo que dicen los médicos. Eso sí, una vez más supone un parón en medio de la liga que me aparte del campo.

¿Se acostumbra uno a vivir con ese riesgo permanente a romperse?

No, no me acostumbro a vivir con las lesiones. He tenido suerte, en cierto sentido, porque nunca he tenido ninguna muy grave. Pero ahora, últimamente, llevo una racha mala: el brazo el hombro y la costilla.

¿Y la gente de tu entorno?

Ellos tampoco se acostumbran, claro. Aunque como me han visto pasar por tantas muchas veces ya ni preguntan.

Con todo, no siempre son las lesiones las que más te hacen sufrir en este deporte. Además de fortaleza física hay que tener la cabeza bien amueblada.

Sí, pero eso es algo que aplica a cualquier deportista. En el rugby quizá más porque es tremendamente resiliente. La resiliencia es uno de los valores que se adquieren aquí. Cualquier deportista de alto nivel te dirá que está acostumbradísimo a las lesiones pero también que las lesiones son los peores momentos para él, porque el deportista siempre quiere estar compitiendo y una lesión te aparta de todo.

¿Y cómo trabaja Jaime Nava esa parte más cerebral?

Hace unos años, cuando era más joven, la llevaba mucho peor, era mucho más impaciente. Si me preguntas ahora, la llevo bastante bien. La edad hace mucho. En este momento soy un deportista ya en una etapa avanzada de mi carrera y lo afronto todo con otro espíritu, con otra psicología. Frente a una lesión nos ponemos a trabajar, si se puede, para estar listo cuando antes, pero sin intentar forzar los pasos necesarios. No queda otra que establecer los tiempos de recuperación que diga el traumatólogo, el médico o el equipo de fisioterapeutas. Y cumplirlos, claro. Antes no llevaba bien eso de los plazos.

Juegues para los All Blacks o para un equipo de la tercera regional, en un campo de rugby experimentas sensaciones increíbles que no sé si se repiten en otros ámbitos de la vida.

Las cifras de World Rugby hablan de más de nueve millones de jugadores de esta disciplina en todo el mundo, de los que casi 2,5 millones son mujeres. Esta es una etapa más que dorada.

Yo creo que el deporte del rugby a nivel de espectáculo goza ahora mismo de un muy buen momento; me refiero a lo que es el aspecto meramente deportivo, en el terreno de juego, lo que se ve a nivel plástico. Eso atrae a la gente y cada vez hay más practicantes. World Rugby está muy interesada en hacer este deporte mucho más global. Pero todavía nos falta que se desarrolle en países en los que casi no tiene presencia o está muy relegado al ostracismo.

No es el caso de España.

En absoluto. Para mí es muy importante lo que está sucediendo aquí. En España, ahora mismo, el deporte del rugby está eclosionando. Creo que hemos vivido un momento muy especial, un paso hacia delante para dar a conocerlo mucho más. Mira ahora mismo este campo. Este club tiene 700 licencias de deportistas, 500 de ellas son categorías inferiores. Estamos creando escuela. Creo que los niños cada vez se están animando más a practicarlo y, algo muy importante, los padres están viendo que es un deporte que merece la pena que sus hijos lo practiquen.

Aun así, en un país como España, donde los federados en el futbol superan el millón, no es lo más normal acabar en este mundo.

En mi época era muy complicado. Recuerdo partidos de cadetes y juveniles en los que muchos clubes tenían problemas para juntar chavales un fin de semana. Ahora ese no es el caso. Hoy en día la realidad es completamente diferente. Diría que España está camino de las 40.000 licencias a nivel oficial y podríamos hablar de 50.000 practicantes a nivel extraoficial. Hay mucha gente que está jugando al rugby pero no está federada como, por ejemplo, en el rugby universitario. La realidad es completamente diferente a la de hace años. Es increíble ver lo temprano que empiezan a jugar estos chicos y la destreza que tienen llegados a ciertas edades todavía en la adolescencia. Con 15 y 16 años estamos viendo chavales que alcanzan un gran nivel de juego porque llevan practicando rugby casi una década. Con todo, no podemos negar que, efectivamente, estamos lejos del fútbol, muy lejos. Pero vivimos a la vez un momento dulce.

¿Cuándo se cruzó el oval por primera vez en tu vida?

En mi familia siempre ha estado muy presente el deporte. Todos hemos sido siempre muy deportistas: mis hermanos, mis padres… ¡Mi padre sobre todo! El rugby llega a mí de dos maneras. Primero porque mi hermana era jugadora, algo que es todavía más extraño. Luego, yo me decidí por este deporte porque tenía amigos en el colegio que también lo practicaban, gente de mi entorno, coleguitas que se dedicaban a ello y que jugaban además aquí, en La Moraleja. A mí me encantaba el fútbol. Incluso llegué a hacer pruebas para el Atlético de Madrid y el Real Madrid. Jugaba en varios equipos en los que había cierto nivel. Pero, me animé con esto y desde el primer día que lo probé dije: «Ostras, este deporte tiene algo». Empecé tardísimo, con 13 o 14 años, pero en aquel momento, siendo ya un adolescente, me di cuenta de que aquí me podía expresar mucho mejor. Tenía ya unas facultades físicas muy buenas para un chaval de mi edad… Y así empezó todo.

Me considero una persona tremendamente optimista. No creo que nada ni nadie haya conseguido todavía quitarme esa chispa.

Son ya muchos años de dedicación. A mayor tiempo más oportunidades de que se presente la tentación del abandono. ¿Te ha visitado alguna vez?

Sí, esa es otra de las situaciones con las que un deportista tiene que lidiar. Es muy difícil que un tío que lleva una carrera profesional durante 15 o 16 años consiga ser constante durante todo ese tiempo. Por supuesto que hay altibajos. Tuve una lesión muy gorda de rodilla que por poco me retira. Ahí viví un momento valle que prácticamente duró un año y medio. Todo ese tiempo sin poder competir y alejado de los entrenamientos, del rugby y de los campos de juego, fue complicado. Evidentemente, los bajones en el juego y las pérdidas de confianza están a la orden del día. Hay momentos en los que juegas mejor, otros en los que simplemente cumples bien en tu trabajo y otros en los que no das pie con bola. Pero eso es normal. Forma parte del ciclo natural de la vida de un deportista.

Como todo deportista también sabes de derrotas. ¿Eso hace que el miedo al fracaso sea menor también en otros aspectos de la vida?

Totalmente. Forma parte de esa resiliencia que hemos comentado antes. Si hay algo que tiene el deporte es que es una escuela de vida, sobre todo el rugby. Puedes sacar muchas lecturas cuando compites. Cuando ganas, cuando pierdes, la ilusión que provoca una victoria cuando tú lo haces bien, lo que proyectas en la gente, cómo ellos te lo reconocen… ¡Eso es maravilloso! Pero también tienes que saber llevar cuando la gente te critica, o no le gusta tu juego, o has perdido una final o un partido importante en tu carrera… Tienes que estar preparado para todo eso. Hay una frase que me encanta: «Me cuelgo mis fracasos como si fueran medallas». Creo que todo hay que relativizarlo y, sobre todo, el deporte hay que disfrutarlo, incluso lo que experimentas como negativo. Esas vivencias son muy formativas para la vida fuera del deporte.

Dice tu padre que eres positivo de más.

Sí, es verdad. Me lo lleva diciendo desde que era un crío. De pequeño me preguntaba: «¿Qué tal las notas?»; yo le decía: «Bien, bien»; aunque, a lo mejor, luego aparecían cinco cates. Me preguntaba «¿Qué tal el examen? »; y yo le decía: «Lo he bordado»; para luego resultar que había sacado un tres. Por eso él siempre me repetía eso: «Eres optimista de más». Pero, con todo, yo sí me considero una persona tremendamente optimista. Personalmente, no creo que nada ni nadie haya conseguido todavía quitarme esa chispa, ese positivismo.

¿Qué podría hacer que lo perdieras?

Evidentemente, en la vida no todo es un camino de rosas. Si hay algo que me podría quitar esa chispa sería sentirme defraudado por alguien en quien confío. Tampoco es plan de ponerse filosófico, pero yo soy un tío al que le encanta estar con las personas, me encanta conocer gente, me encanta reírme con ellos y que ellos se rían conmigo. Por eso quizá una persona en concreto que me defraude mucho puede quitarme esa chispa. Aunque será momentáneo. La recupero enseguida.

En tu carrera has tenido la oportunidad de reinventarte varias veces, salir de tu zona de confort, enfrentarte a nuevos retos jugando en Francia o poniéndote ante las cámaras. Parece que si algo no te cuesta no lo saboreas tanto.

No es inconformismo, es que me gustan los retos. Creo que le pasa a cualquier deportista. Me encanta probar cosas nuevas. No sé si lo voy hacer bien o mal pero quiero ponerme a prueba. Si además veo que eso puede tener consecuencias importantes soy tremendamente competitivo, aunque tampoco se me va la vida en ello.

Es una competitividad controlada.

Cuando realmente nos estamos jugando algo importante sí soy muy competitivo pero, sobre todo, me gusta disfrutar de experiencias nuevas que me puedan aportar valores, otra visión de las cosas. Eso me encanta.

¿Lo de Bélgica está ya superado? Allí vimos rabia, impotencia… Hablábamos antes de fortaleza mental. Entonces se demostró lo importante que es.

Justo hace un año el rugby español recibió un batacazo enorme cuando estábamos a punto de conseguir un gran sueño. Fue por unas circunstancias muy desgraciadas, inauditas, que nunca se habían visto en este deporte. España fue descalificada primero por un escándalo en el arbitraje, algo que no puede volver a repetirse, y luego por un tema de elegibilidad de jugadores sobre el que hay mucho que decir. Nuestros jugadores que han sido considerados como no elegibles sí que son españoles y sí pueden representar a España. Lo que pasa es que ni World Rugby se aclara con todos los epígrafes en torno a las normativas vigentes que tienen sobre este tema. Por eso hemos dado con nuestros huesos fuera del mundial de Japón.

Con el debate en torno a la elegibilidad se ha hablado mucho de la excesiva dependencia de jugadores que juegan en Francia. Hay quien dice que este puede ser, precisamente, un buen momento para que el equipo español se reinvente.

La selección española ya se ha reinventado. Lo ha hecho con un equipo completamente renovado, formado por gente joven, con chavales que están jugando aquí en España, a quienes se podrán unir los que vengan de Francia. Es cierto que ahora mismo se inicia un ciclo de cinco años para preparar el siguiente mundial de Francia 2023 y muchos de los mejores jugadores que están fuera no pueden comparecer para competir porque tiene contratos vigentes con equipos muy potentes. Pero lo harán cuando el calendario lo permita. En este momento la selección española y el rugby español están en una fase de reinicio. Tenemos tiempo para trabajar con gente joven y construir un equipo que nos lleve a la meta soñada. Estoy convencido de que vamos a estar en el próximo mundial.

La selección española se ha reinventado para construir un equipo que nos lleve a la meta soñad

Pasamos página entonces.

Por supuesto, seguro. Si no estaríamos todavía llorando por los suelos, lamentándonos de lo que pasó hace meses. Eso está ya superado. En el plano colectivo, como te comentaba, la selección española ha pasado página, se ha reinventado y está a otra cosa. Vivimos el inicio de un proyecto ilusionante con nuevos éxitos y haciendo un papel muy bueno contra potencias mundiales del rugby. Estamos de nuevo con el tren en marcha, intentando volver a ilusionar a todo el mundo con estar en un mundial.

¿Y a nivel personal?

Yo, personalmente, he tenido también que saber pasar pagina. Me vi forzado a ello. Pero es muy difícil de olvidar. Es muy difícil de olvidar cuando te quitan el sueño por el que has estado trabajando toda tu vida. Tantos años comiéndote viajes malos, jugando malos partidos, sufriendo lesiones, entrenamientos duros, muchísima inversión de tiempo entrenándote fuera de los horarios habituales porque quieres dar un plus… Multiplica eso por toda la gente que tenemos en la selección. Es muy duro… ¡Muy duro! No quiero ser egocéntrico en este tema pero a mí, personalmente, me han quitado algo muy grande. Acabar jugando un mundial era el colofón a 20 años dedicados por completo a este deporte. Ahora sé que no voy a jugar en mi puñetera vida una copa del mundo, ni voy a estar en una olimpiada, ni nada por el estilo. Pero bueno, me quedo con lo mejor de mi etapa en la selección española, 80 partidos internacionales con ella siendo capitán en los últimos cuatro años.

Escuchaba el otro día a un jugador japonés retirado hablando con nostalgia de sus tiempos. Decía que eran más auténticos. ¿Con la profesionalización se ha perdido en camaradería?

La camaradería está siempre. Sí que es cierto que la percepción ha cambiado a nivel profesional. Quizá antes se percibía más ese colegueo porque este deporte era principalmente amateur y ahora todo está mucho más institucionalizado. Hoy en día los jugadores tienen que cuidarse mucho más, son máquinas perfectas, preparadas para llegar al fin de semana y rendir a tope. Pero, en el fondo, el rugby, sea profesional o amateur, son valores; el rugby son tus compañeros; son las experiencias que vives con tíos a los que ya no definiría ni como amigos, porque son casi hermanos. En el rugby se trabaja muchísimo el aspecto emocional y, a ese nivel, en un campo y en un vestuario experimentas sensaciones increíbles que no sé si se repiten en otros ámbitos de la vida. Eso está siempre ahí, juegues para los All Blacks o para un equipo de la tercera regional madrileña.

¿Cómo es la liturgia del vestuario en un día de partido?

Es una atmósfera completamente especial. Tú sabes que vas a entrar en un campo donde vas a disputar una batalla dura, con mucho componente físico. También existe el miedo escénico, porque un deportista teme, sobre todo, hacerlo mal. Hay miedo al fallo y mucho más a nivel internacional. El vestuario es una mezcla de alegría, de concentración, de emoción, de miedo, de adrenalina… Todo eso lo metes en la coctelera y sale lo que se vive ahí dentro, emociones fuertes.

Un mundial era el colofón a 20 años dedicados por completo a este deporte. Ahora sé que no voy a jugar en mi puñetera vida una copa del mundo, ni a estar en una olimpiada.

Estoy seguro de que si vamos a la calle y preguntamos por un deporte que sea referente en educación en valores pocos dirían el rugby. El estereotipo sigue siendo el de un juego en el que es fácil que te rompan la nariz.

El rugby está todavía muy estereotipado. Eso es así. Yo no lo voy a ocultar, hablamos de un deporte duro, que se practica de forma dura. Los jugadores cada vez están más preparados, físicamente son atletas perfectos. Cuando te metes en un campo de rugby sabes que vas a ver dureza, pero es una dureza con un componente de respeto, tanto por el rival como por tus compañeros y por el árbitro. Eso está siempre muy presente y, de alguna forma, dignifica todo lo que sucede en el partido. Al final sí, hay también agresividad, pero se canaliza a través del respeto y, sobre todo, hay muchísima honestidad y hay buena fe. Si en este deporte no hubiera buena fe y los jugadores entrasen al campo con ganas de hacer daño sería algo salvaje; se producirían accidentes muy graves todos fines de semana y eso no es algo que pase. Se juega con dureza pero se juega dentro de las reglas; se juega con honestidad; se juega con respeto. Si tú eres mi oponente y portas el balón yo te voy a intentar frenar, te voy a meter un estacazo, te voy a robar el balón y te voy a echar tres metros para atrás, pero eso no significa que no te respete. Al final esto es un juego físico en el que tratas de imponerte en el uno contra uno, pero todos esos valores están muy presentes.

Se agradece que el valor que prime sea el respeto en un momento donde hay tanta crispación social.

Nuestra sociedad necesita más rugby. Por eso vamos a seguir rugborizando España.

Pero hacen daño titulares como este en un periódico español: «El rugby mata». Hablaba de la polémica en Francia por el fallecimiento de tres jugadores en menos de siete meses el año pasado.

Lo sucedido en Francia está haciendo mucho daño. No sé cómo abordar este tema porque además del componente de mala suerte y de los fallos que ha podido haber se entremezcla el papel de algunos medios que, desgraciadamente, no dicen todo o cuentan las verdades a medias. A España ha llegado información muy sesgada. Recuerdo unas imágenes que se emitieron en los informativos de uno de los principales canales de televisión de este país al respecto. Para mi fueron muy lamentables. Se hicieron eco de la noticia con un enfoque totalmente amarillista. Pero, volviendo al tema, al margen de la mala suerte, parece que los deportistas que murieron en esas circunstancias sufrían anomalías a nivel cardiorrespiratorio. Creo que no habían pasado los exámenes médicos que están estipulados para poder tener una licencia de rugby. Dicho esto, los accidentes existen, pero existen en todos los deportes. En el fútbol también se dan las muertes súbitas.

¿En qué se puede mejorar?

Todas las normativas que World Rugby va introduciendo en el juego quieren dar un giro en pro de la protección física del jugador, para velar por su salud. Por eso se está planteando, por ejemplo, regular cambios en la forma del placaje para que sea menos peligroso. Se busca que cuando el jugador coloque la cabeza no se tenga que agachar tanto y se proteja más el cuello, evitando que se plaque tan arriba. Están incluso estudiando la manera de introducir el placaje solo a la altura de la cintura y que todo lo que sea por encima esté prohibido. Se adoptan medidas porque queremos que este deporte sea cada vez más exigente pero también más seguro.

Cuando te metes en un campo de rugby sabes que va a ver dureza, pero con un componente de respeto que dignifica todo lo que sucede en el partido.

Vamos a hablar de alegrías. Una buena noticia es la apuesta de cada vez más clubes por el rugby inclusivo, en igualdad de condiciones.

Precisamente, la semana que viene tengo que ir a Toledo a visitar el Hospital Nacional de Parapléjicos y conocer a un equipo de rugby inclusivo en silla de ruedas. Tengo muchas ganas de encontrarme con ellos. Me parece que trabajan de manera espléndida. Son gente que tiene muchísimo mérito. Además, tengo curiosidad por saber cómo lo han adaptado a la silla de ruedas. El rugby es un deporte que está hecho para todo el mundo. Es el deporte más inclusivo que existe, sin duda, porque además, como dices, los chavales que de alguna manera tienen capacidades diferentes a mí no me gusta hablar de discapacidadesencuentran su sitio en este deporte junto a sus propios compañeros, que actúan como facilitadores. ¡Fíjate si es inclusivo!

El Día de la Mujer vuelve a recordarnos todas las desigualdades que hay que superar todavía. No sé si en algún momento de su historia el rugby ha sido machista pero lo que está claro es que hoy por hoy es también un deporte de mujeres.

Hay una apuesta clara por ello desde las instituciones y también desde el ámbito privado. Ya no se trata de inclusión sino, simplemente, de igualdad de condiciones, que se tengan las mismas oportunidades independientemente del sexo. Además, el rugby femenino en España, como todo el deporte femenino en general, está viviendo una etapa buenísima. Las Leonas son un equipo súper competitivo, tanto el 7 como el 15. Han cosechado muchísimos éxitos. Están en la élite mundial y estamos muy orgullosos de ellas.

Fue muy aplaudido tu reto de lucir cordones de colores para denunciar el ataque que sufrió Gareth Thomas, ex capitán de la selección galesa de rugby y primer jugador profesional de esta disciplina que reconoció su homosexualidad públicamente.

¡Me parece tan normal! Lamentablemente queda todavía trabajo que hacer para romper barreras. ¿A mí qué me importa tu condición sexual? A mí lo que me atrae, lo que me gusta, son las personas, y quiero rodearme de buenas personas, me da igual su condición sexual, absolutamente igual. Lo que importa es su esencia.

Queremos que este deporte sea cada vez más exigente pero también más seguro para el jugador.

¿Cómo lleva un jugador de rugby llegar a ser considerado una celebrity mediática?

Bueno, antes no era famoso y ahora tampoco lo soy. Sí que han cambiado las circunstancias porque en el momento en el que estás en la tele todo se multiplica. La televisión es un gran amplificador. Es verdad que al pasar por MasterChef me he convertido en una cara conocida. A mí no me gusta decir que sea famoso, no lo creo. Pero sí que últimamente me suceden cosas graciosas. La gente te para, te pide fotos en medio de la calle o estás en un supermercado y observas que algunas cabezas se giran para mirarte cuando pasas. Creo que hay que llevarlo con naturalidad. Esto tiene sus picos y sus valles y tienes que ser consciente de que la popularidad es algo efímero. Un día estás arriba y al día siguiente no te conoce ni Perry y se acabaron las palmaditas en el hombro. Ya está.

Entonces la popularidad, por no decir la fama, no ha cambiado tu forma de ser.

Eso espero. Pongo mucho ímpetu para que sea así. Es fácil perder el del control. En el mundo del famoseo y de la televisión se te puede ir la cabeza. Hay que mantener siempre los pies en el suelo, saber de dónde vienes, quiénes son sus amigos, encontrarte a diario aquí en el club con todos estos chavales con naturalidad…

Imagino que para ellos habrá sido una revolución verte un día en la tele y al día siguiente en el campo de entrenamiento.

Sí, claro. Pero lo bonito es cómo lo normalizamos. Es gracioso, porque todos los días que vengo al principio se quedan mirando un poco… Pero este es mi club de toda la vida y somos una gran familia

¿Volveremos a verte en la pequeña pantalla?

Estoy en un momento en el que vuelvo a ser una esponja. Tengo una apertura de miras muy grande. La televisión me ha encantado, tiene un componente de adrenalina brutal. No descarto para nada hacer cosas en ese campo.

No se trata de inclusión sino, simplemente, de igualdad de condiciones, que se tengan las mismas oportunidades independientemente del sexo.

¿Y en lo deportivo cómo se declina el futuro?

A nivel deportivo este es un año muy importante para la selección española. No sé si voy a poder jugar, no sé siquiera si voy a volver a ser miembro de la selección o voy a seguir siendo el capitán. Me gustaría llegar a los últimos partidos del torneo y ver si puedo echar una mano. Si no puedo no pasa absolutamente nada. Con el club tenemos grandes retos, como ganar la final de la Copa del Rey. Este club, a nivel deportivo, se merece un título después de 17 años.

Fuera del campo, aunque sin separarte del rugby, cultivas también la faceta de empresario.

Sí. En el corto plazo quiero seguir trabajando y sumar más proyectos con All&Go, mi agencia de marketing deportivo en la que, entre otras cosas, nos dedicamos a trasladar a la empresa y los clubes los valores del deporte del rugby, esos que hemos mamado muchos de los que formamos parte del equipo. Los queremos dar a conocer en muchísimos ámbitos de la vida.

Lo que está claro es que no va a quedar hueco para el aburrimiento.

Estoy muy ilusionado. Hay muchos frentes abiertos y hay veces que uno no es capaz de abarcar todo, pero hay que intentarlo. Es muy estresante pero es bonito.

Este partido no ha hecho más que empezar. */

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