Samir Abu-Tahoun Recio: «No tengo en mí tantas cosas rotas pendientes de arreglar»

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Con la sonrisa con que viste la felicidad que acompaña su momento presente, Samir se sienta tranquilo junto a una ventana que conecta nuestro espacio con los juegos infantiles en una plaza del centro de Madrid. Pide una tarta de zanahoria y un café. La tarta de desmiga con mirarla;  él, mientras la ataca, desmiga también las razones que le llevaron a sumar —que no cambiar— a su profesión de enfermero la de sanador de almas. En esta tarea se afana, negro sobre blanco, dando forma por escrito a pensamientos y vivencias en Cosas que he roto, una obra de inspiración autobiográfica pero que bien podría dibujar la literatura de mucha gente de su generación y de su entorno, el de un barrio de Madrid en el que la gente trabaja y sueña.

Fotografía: Juan F. López


Samir Abu-Tahoun RecioQuiero que sepas que este es uno de los diálogos que, de entrada, es más complicado de abordar. Uno normalmente se documenta sobre su entrevistado, pero en tu caso la única información sobre ti es la que ha salido de tu propia pluma en Cosas que he roto. Exploramos un territorio virgen.

 La gente conoce poco de mí. Acabo de empezar, claro.

Y, de antemano, te pido perdón también porque quizá salga varias veces el nombre de tu hermano, Marwan. No estamos aquí para hablar de él sino de ti, pero es una parte importante en tu historia.

Si, buah, nada, ningún problema. No tienes que pedir perdón por eso en absoluto. Nada, nada. Estoy muy ligado a mi hermano en todos los niveles y es normal. No pasa nada, pero nada de nada.

Precisamente unas palabras suyas me sirven para empezar este diálogo. Él dice que su verdadero currículum es la gente a la que ha querido y que le ha querido. ¿Cuál es el tuyo?

Bueno es una vida muy común en realidad la mía y a la vez muy especial porque es mía y la vivo así. Soy de Aluche, de un barrio de Madrid. Mis orígenes son muy diversos, mi padre es palestino y mi madre española, entonces, claro, eso te da un posicionamiento desde muy pequeño un poco particular, la verdad. Siempre me he sentido ligeramente diferente estuviera donde estuviera.

Has nombrado ya Aluche. Lo comentábamos con Marwan, que habla del barrio como su patria. Tus textos dan buena fe de que también te sientes vinculado de alguna forma extraña a ese rincón de Madrid en el que sigues viviendo.

Pues es cierto. Hay una ligazón sentimental importante con Aluche de todos los que somos de ahí, no sé por qué. Supongo que todo el mundo está ligado a los lugares de su infancia, pero en uno de los relatos del libro se habla de cuál era la energía de Aluche en la época en la que yo nací y era una energía especial muy optimista y muy vital. Es un sitio donde han ocurrido muchas cosas hermosas y también terribles, pero con una energía muy bonita. Tiene algo acogedor ese barrio, tiene algo de lugar de encuentro, de lugar especial, de lugar donde se han criado muchos niños. Y, sí, es verdad que todos los alucheros somos muy alucheros. Sí, sí, es como nuestra patria chica.

Y otro lugar de referencia en tu historia cerca de allí es la Casa de Campo.

Joder, muchísimo, sí

Siempre me he sentido ligeramente diferente estuviera donde estuviera.

Tus escenarios son los de la vida misma de un joven de tu generación. Cuentas historias tuyas pero cercanas a muchos. Te lo habrán dicho ya, pero conectas muy bien a través de tus vivencias.

Sí, yo creo que son muy particulares pero muy extrapolables. Son cosas que yo creo que hemos sentido todos y es lo que yo trato de hacer con mis textos: hacer sentir a la gente identificado con cosas que son muy propias, muy mías, pero a la vez creo que son muy comunes. Por eso te decía que mi biografía, mi currículum, es algo referente a alguien muy común. La Casa de Campo está muy presente en mi vida, en mi energía, en mi biografía, en mi currículum… Es un sitio muy especial para mí. Es un bosque en mitad de Madrid y desde niño ha sido el lugar donde yo me he escapado, donde yo me he refugiado, donde he repuesto energías, donde he gastado energías… Es un sitio súper especial para mí la Casa de Campo, sí.

En los recuerdos de infancia que evocas, que son muchos, está el clásico sorteo de los equipos de fútbol en el cole, eligiendo del mejor al peor.

Eso pasaba mucho.

¿Tú eras de los buenos?

Tirando a bueno. Como soy una persona muy vital y con mucha energía, físicamente también muy desenvuelto, se me han dado bien los deportes, la verdad. Sí, era de los tirando a buenos.

¿Y, en fútbol, compartes fraternalmente el sentimiento culé?

Sí, sí, soy también del Barça, muy culé como mi hermano. Pues mira, éramos del Athletic de Bilbao de pequeños por mis tíos y mis primos, que eran de ese equipo, nos lo pegaron. Y cuando Zubizarreta fichó por el Barça… ¡Cómo que nos cambiamos! Tendría yo ocho años y mi hermano cinco. Era el ídolo de mi hermano y se cambió. Nos cambiamos todos con él y sí, somos muy del Barça, muy culés pese a ser madrileños. Es curioso, desde luego.

Samir Abu-Tahoun Recio

Retomo la idea de Marwan de que somos la gente que queremos. Los seres humanos, muchas veces, de pequeños somos crueles a ratos. Por lo que cuentas, tú no te escapaste. Pero también, imagino que por lo aprendido y aprehendido en casa, se intuye en ti una sensibilidad especial.

Sí, es que yo he tenido las dos cosas.

Tu parte más sensible la podemos ver hoy en estas líneas y hace muchos años, quizá, en la figura de protector de tu hermano, que no se ha cansado de dejar constancia de que has sido su ángel de la guarda. No sé si eres tú o él quien contaba cómo os despedíais con un beso en el instituto.

Lo digo yo en el prólogo que le hice en el libro a mi hermano. Nos despedíamos con un beso en el instituto, cosa que entre hermanos de edades tan así, expuestos a la opinión crítica de la gente de tu clase que te ve, no era muy común. Yo he sido de las dos cosas, he sido una persona con unos contrastes acusados, he sido muy cabroncete pero he sido también muy bueno y muy cuidador, de mucha gente, no solo de mi hermano. He acabado siendo enfermero, o sea que he sublimado mi parte cuidadora y la he convertido en mi profesión, algo de eso tengo. Pero, a la vez, también he sido un chico de barrio muy travieso, muy cabrón cuando tocaba y cuando no tocaba. Algunas de las cosas que he roto son las putadas que haces, por eso el título del libro que es tan completo, yo creo.

En estas páginas se trasluce el valor de la experiencia. El tiempo, a veces, te reafirma en creencias y otras veces, visto en perspectiva, te enfrenta a algunas incongruencias. ¿Qué es lo que opera ese cambio en nosotros? Perdemos mucho de idealistas, de rebeldes… Pero lo vemos como algo normal.

Sigues creciendo, te sigues formando, sigues poniendo capa sobre capa y sigues teniendo más información, de tu naturaleza propia y de la naturaleza de la sociedad. Entonces, lo que quizá con la rebeldía juvenil ves más criticable —¡y con razón!— ahora lo entiendes desde otro lado y lo integras de forma distinta en tu vida diaria.

Eres enfermero, pero estudiaste también Filosofía y Artes Escénicas. Dices que de pequeño querías ser tantas cosas que escribir es lo único que te lo permite. ¿Hablamos de inconformismo?

No tanto inconformismo como curiosidad. Yo no soy una persona inconformista. Soy muy inquieto respecto al conocimiento que ansío tener sobre la vida pero no soy un insatisfecho. Al revés, soy una persona bastante satisfecha con lo que suele tener, bastante feliz con lo poco o mucho que ha tenido. Era feliz cuando tenía una Ducati y soy feliz ahora que tengo una scooter, por poner un ejemplo tonto. Es que era muy curioso yo de pequeño y lo sigo siendo.

Soy muy inquieto respecto al conocimiento que ansío tener sobre la vida pero no soy un insatisfecho.

Y ahora te decides a publicar sentimientos que entiendo que llevabas años recopilando. ¿Por qué en este momento te lanzas con un libro? ¿Te has creído lo del fin de la crisis?

No, ha cuajado así. Yo de pequeño escribía. Gané un premio de literatura en el distrito de La Latina, y es algo que siempre he sabido que tenía ahí, que se me daba bien y… Bueno, pues, lo he circunscrito al ámbito privado: a las cartas que escribes, a los mails, a los trabajos que haces en el instituto o a cosas similares. El caso es que desde que cumplí determinada edad sentí la inquietud de desarrollarme artísticamente, primero probando con las artes escénicas —donde se rompieron algunas compuertas— y, finalmente, encarrile mi ansia creativa hacia el lado de la escritura, que creo que se acomoda más a mi energía y a mi esencia, a mi forma de ser verdadera.

¿Has recompuesto todos los pedazos rotos? ¿Hay heridas todavía abiertas?

En mí no tantas. En mí no tengo tantas cosas rotas que no estén arregladas, alguna siempre hay. Habiendo sido un niño sensible y un adulto sensible que soy hoy, siempre hay cosas que te dejan huella. Pero, lo que desconozco son las cosas que he roto en los demás y si esas personas las han integrado como he integrado yo las que he roto en mí mismo. Espero que estén arregladas las equivocaciones que haya cometido para con los demás y que les haya ayudado a crecer. En mí no hay muchas cuentas pendientes con el pasado la verdad, no.

Samir Abu-Tahoun RecioDices que un adolescente es dos personas a la vez, el niño que deja y el adulto que todavía no ha alcanzado. ¿Crees que los que afrontan hoy esa etapa lo hacen de una manera muy distinta a la de tu generación?

Muchísimo. Creo que son absolutamente diferentes las circunstancias y el contexto en el que yo fui adolescente. Pongo por ejemplo el inicio de la adolescencia, a los 13 o 14 años, estamos hablando del año 89, que es el año del texto del que has extraído la referencia. Desde el año 89 al 2015 en que estamos ha cambiado todo una barbaridad. La inadecuación que siente un adolescente es la misma, yo creo que la sensación y el sentimiento es el mismo siempre, sea la época que sea. Es que eso es un clásico, es así el adolescente, porque está desubicado, porque cambias, rompes el caparazón. Se le puede aplicar al adolescente que rompe muchas cosas y algunas bien rotas y otras mal rotas. Desde luego, rompes lazos con tus padres, con tu niñez, con el que fuiste en un principio, para lanzarte al vacío y ser una incógnita durante un tiempo y acabar siendo un adulto.

En el prólogo se dice que estas páginas encontraremos amor. También filosofía, nostalgia, psicología y lecciones de vida, añadiría. Y no solo tuyas propiamente, sino también captadas por tu sensibilidad. Vienen a mi mente algunas de las frases del Ruca.

Sí, soy muy reflexivo y me he mirado mucho por dentro intentando extraer cosas. Algunas las he reflejado en el libro, la mayoría están reflejadas en el libro. Y soy observador también respecto a otras personas. Entonces, de ahí he podido sacar las cosas que podría decir el Ruca hoy en día.

Un escritor siempre se nutre de otras fuentes. ¿Cuáles son tus autores de cabecera?

Yo es que de pequeño leía muchísimo, pero muchísimo, muchísimo. Mira, yo cuando aprendí a leer, que fue muy temprano, cogía papeles del suelo para leérmelos. Tenía una auténtica avidez. Le di el coñazo a mi madre de una manera bárbara para que me enseñara a leer enseguida, el alfabeto etc. Y de niño leía muchísimo. Yo creo que eso ha configurado un poco mi forma de ser, mi forma de pensar, mi forma de expresarme. He leído lo que ha caído en mis manos, no he tenido método para leer, he sido un lector muy anárquico, lo que ha caído en mis manos.

¿Algún autor fetiche?

Sí, tengo un autor preferido, tengo varios pero, bueno, hay uno particularmente preferido que es Charles Bukowski, que es alguien al que no me parezco en absoluto pero con cuya rebeldía hay partes de mí que comulgan. Era un hijo de puta Bukowski, era un borracho, era un putero, era un misógino, un misántropo… Y hay cosas con las que yo comulgo aunque sea totalmente opuesto. Sus textos me parecen fabulosos, me parece un autor descomunal. Me gusta mucho la literatura francesa moderna, con autores como Beigbeder. Me gusta mucho la literatura  americana contemporánea también. Pero me falta mucho bagaje lector. Soy un lector un poco anárquico, me faltan muchos clásicos. Voy pillando lo que encuentro.

A ti, que ayudas a sanar los males del cuerpo, te vamos a pedir también consejos para el alma. En nuestro entorno nos cruzamos a diario con el dolor manifestado en miles de formas. ¿Cómo convivir con todo eso y poder mantener nuestras conciencias tranquilas? Parece que la respuesta es de manual: «No podemos acabar con el mal del mundo». Pero la pregunta vuelve a aparecer recurrentemente.

Pues es muy difícil de explicar. Yo entiendo que la vida es maravillosa pero el mundo es feo, porque el mundo lo componen los hombres y los hombres hacemos cosas maravillosas y hacemos muchas cosas feas. Hacia donde ha derivado la sociedad es un lugar que no es agradable, porque se prima lo material sobre lo espiritual o sobre lo sentimental, y eso lleva el correlato de que haya realidades que son muy incómodas de ver, de sentir y de observar. Yo soy un privilegiado, estoy bien colocado en la vida, pero llevo mal que los seres humanos, yo incluido y yo el primero, tengamos por delante el materialismo, el dinero, el ego… El ego es algo muy presente, lo ponemos por delante de otras cosas mucho más importantes. Y yo qué es lo que hago, pues intentó crecer en consciencia, intento estar bien formado, bien informado y bien desarrollado como persona para intentar no romper lo que no tengo que romper y mejorar el mundo. Mi profesión yo siento que mejora el mundo directamente y no lo pienso mucho, simplemente lo hago.

Samir Abu-Tahoun Recio

Es muy vocacional.

Sí, yo desde muy pequeñito quería hacer alguna profesión sanitaria.  Yo iba encaminado a ser médico pero, afortunadamente, no lo pude lograr. Digo afortunadamente porque he encontrado en la enfermería algo que creo que se adecúa más a mi forma de ser.

¿Nos falta educar más en los sentimientos?

Sí. Yo entiendo que este es un mundo hostil, donde tenemos que anular muchas veces nuestras sensibilidades y nuestros sentimientos. ¡Qué no están tan alejados de los valores los sentimientos! De verdad que cuando uno acude a valores muy profundos están muy ligados a cosas muy sentimentales, en realidad, como son la empatía, la solidaridad con el de al lado que no le va bien… Para mí es que está muy ligado.

Ser feliz es una cosa que se lleva dentro y yo lo he sentido desde que era pequeño. No tiene ningún mérito.

«Yo he tenido mucha suerte. He podido ser feliz, dices». Eso son palabras mayores.

Sí, yo es que soy una persona muy afortunada, demasiado afortunado.

¿Pero puedes decir con rotundidad: «¡Soy feliz!»?

Sí, sí, soy feliz, soy súper feliz. Soy una persona feliz casi permanentemente. Tengo mis días como cualquiera en los que me levanto con el pie izquierdo, pero soy una persona muy feliz, quizá un poco relacionado con esa satisfacción de la que te hablaba antes. Es que yo era un niño muy feliz y he continuado siendo un adulto muy feliz. Sí, no sé explicar realmente las razones. Creo que es una cosa que se lleva dentro, ser feliz, y yo lo he sentido desde que era pequeño. No tiene ningún mérito.

Samir Abu-Tahoun RecioTe leo un titular reciente: Un adolescente palestino de 16 años ha intentado apuñalar esta mañana a un soldado israelí en un autobús en Cisjordania. Estamos ante un conflicto que te toca en primera persona. ¿Cómo lo vives? ¿Tienes esperanzas?

Muy escasas realmente. Es un conflicto donde median tantos factores, religiosos, políticos, económicos… que yo le veo mala solución realmente, la verdad. Casi siempre he sido un poco pesimista con este conflicto porque, bueno, como tú dices, quizá no en primera persona, porque yo no soy el exiliado, el exiliado es mi padre. Yo me considero español a casi todos los efectos porque he nacido aquí, me he criado aquí y es mi cultura y mi lengua y todo. Pero bueno, mi padre, directamente, es un refugiado palestino y, entonces, en casa lo vivimos con rabia, con indignación por ser una realidad tan devastadora. Entiendo que también es devastadora para más gente que solo los palestinos. Entiendo que cuando un adolescente palestino comete un acto de resistencia, o de terrorismo directamente, es dantesco para la familia del receptor de ese atentado. O sea , es que es una realidad muy dañina para las dos partes, como todos los conflictos. Es que en los conflictos nunca hay vencedores ni vencidos, todos son perdedores siempre. Entonces lo vivo con pena, con rabia, con dolor.

Como hijo de palestino vivo el conflicto con Israel con rabia y desesperanza. Es una realidad muy dañina para las dos partes.

Cambiemos a algo más alegre. Una de mis canciones favoritas sobre Madrid es Puede ser que la conozcas y leyendo tu libro descubro su génesis en La Matriz. ¿Qué se siente cuando no solo tu hermano sino también Jorge Drexler le ponen voz a tus sentimientos?

Pues mucha alegría, es muy bonito. Eso es una columna que publiqué yo en el Diario de Almería donde escribí semanalmente durante dos o tres años. Se me ocurrió hacer un símil entre Madrid y la figura de una mujer. Mi hermano la tomó como inspiración, lo cual me puso contentísimo. Ha hecho una canción que ha mejorado la columna con mucho. Que ya encima la cante con Jorge Drexler me llena de orgullo, la verdad. ¡Es una pasada!

¿Cómo ves tu ciudad?

Es una ciudad muy puñetera, muy diversa, hay muchos Madrides. El Madrid de donde yo trabajo como enfermero, que es el 12 de octubre, es el Madrid de las barriadas del sur que son pobres, de Orcasitas, de Villaverde, y de gente sin recursos. No tiene nada que ver con el Madrid del barrio de Salamanca. Es una ciudad muy diversa, con una energía muy particular. Creo que es una ciudad amable si te va bien y demasiado dura si no te va tan bien. Respecto a la política solo espero que las cosas mejoren un poquito y se vuelva una ciudad más amable para todos.

Madrid es una ciudad muy puñetera, muy diversa; hay muchos Madrides.

Nos has contado antes tus referencias literarias. En música, aparte de lo obvio, qué escuchas.

Escucho música muy diversa, de todo tipo. Me gusta mucho el rock independiente en inglés: Arctic Monkeys, Interpol… Me gusta mucho Manel, un grupo catalán. Me gusta mucho Calamaro. Calamaro ya lo oigo menos, pero me ha gustado mucho. Es que oigo de todo, o sea sobre la música no tengo un juicio de valor, me gusta casi todo.

El éxito de Cosas que he roto ha quedado patente en la respuesta del público que ha hecho posible que se sucedan nuevas ediciones. No sé si de aquí saldrá un proyecto futuro.

No tiene que ver con el libro el proyecto que quiero desarrollar. Quiero escribir una novela de la que por ahora tengo el título y la idea. Creo que comenzaré este verano. A ver cuánto tiempo le puedo dedicar porque, claro, yo tengo una vida en la que tengo un trabajo y no puedo dedicarme a ser escritor profesional todavía pero, bueno, aprovechando los huequitos que tenga, con las noches tranquilas en el hospital, me dedicaré a ello. Sí tengo una buena idea para la novela y la quiero desarrollar.

Samir Abu-Tahoun Recio

¿Inspiran mucho las noches de guardia?

Sí, la verdad es que está muy bien. Yo he escrito mucho por las noches en el hospital, sí, porque si tienes una buena noche en la que no hay incidencias… Tienes que estar ahí despierto pero, a veces, acuden las musas.

¡La noche siempre es de las musas! */

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